lunes, 11 de noviembre de 2013

Una miteriosa mano invisible


Las dificultades para entender la fijación de precios genera inhibiciones para hablar de dinero, para ganarlo con eficacia, para negociar.


En otro artículo de reciente publicación (1) compartía con ustedes algunos hechos que hacen difícil, y hasta imposible, determinar el valor de las cosas que se transan en un mercado.

En un mercado libre los precios se fijan por la oferta y la demanda, un poco caprichosamente, por casualidad, no todos los agentes cobran y pagan el mismo valor por igual bien o servicio, tampoco permanecen iguales ante los cambios de estación, de moda, de abundancia.

En un mercado dirigido los precios están fijados administrativamente por alguna institución superior. Ella dicta cuánto valen los artículos de primera necesidad y también los menos urgentes.

En un mercado mixto conviven algunos precios administrados centralmente con otros sujetos al libre acontecer entre los agentes.

El mercado libre genera ansiedad en la población porque es alta la posibilidad de que cambien imposibilitando las previsiones. Este inconveniente se resuelve con el mercado dirigido, aunque en esta modalidad ocurre que suelen producirse escaseces, (cuando el precio oficial es inferior a las expectativas de los productores o intermediarios), o suele aparecer el mercado negro, es decir, un sector informal que no sufre desabastecimiento pero en él se cobran los precios que habrían si el mercado fuera libre.

La fijación de precios es tan poco entendible que el creador de la economía científica, el escosés Adam Smith, creó una idea muy adecuada. Él dijo que los mercados libres se regulan por medio de una mano invisible. ¡Genial!

Esta dificultad en entender algo tan importante como es la fijación de los precios es un factor influyente para que muchas personas tengan inhibiciones para hablar de dinero, para ganarlo con eficacia, para negociar y cerrar tratos con una mano invisible.


(Este es el Artículo Nº 2.060)



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