viernes, 6 de diciembre de 2013

Las preguntas del trabajador inseguro

  
Quien pregunta demasiado causa la sensación de que tiene dificultades para asumir una responsabilidad, para asumir un compromiso.

Como dice una canción que interpreta Alberto Cortez: “Ni poco ni demasiado, todo es cuestión de medida”.

Hay trabajadores que preguntan demasiado y trabajadores que deberían preguntar un poco más.

Sin ir más lejos, hace un año que estoy pagando las consecuencias de que un sanitario no me preguntara si yo aprobaba o no sus decisiones.

Pero este artículo se refiere a quienes preguntan de más.

Los niños suelen llamar la atención por cuántas preguntas les hacen a sus padres, hermanos, maestros.

Algunos interpretan esta actitud como una señal de curiosidad, de inteligencia, de avidez por aprender, pero no es así. Esta interpretación es errónea.

Los niños preguntones se sienten afectivamente inseguros. Lo que parece una pregunta muy intelectual, es en realidad algo parecido a «¿Me quieres?», «¿Ocupo un lugar en tu vida?», «¿Hoy estás enojado conmigo?».

Lo que un niño pregunta es más bien buscando cuál es el tono de voz de la respuesta o si esta respuesta es igual a la que recibió anteriormente.

Ansioso por saber qué lugar ocupa en el interés del otro, utiliza este método para obtener información valiosa: tono de voz y ratificación.

El tono de voz le indica el estado de ánimo del consultado y la ratificación le indica si el adulto es confiable, si se contradice, si le dice la verdad, o no.

Un empleado o un profesional que haga demasiadas preguntas a su empleador o a su cliente, causa la sensación de que es un niño afectivamente inseguro.

También causa la sensación de que tiene dificultades para asumir una responsabilidad, es decir, la habilidad para responder, para asumir un compromiso y, en definitiva, para ser confiable al realizar un trabajo.

(Este es el Artículo Nº 2.085)


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