miércoles, 5 de febrero de 2014

La sexualidad de los ricos


Estamos ante la paradojal situación de ser sexualmente animales, es decir, súbditos de quienes sí practican la sexualidad humana: reyes, gobernantes, ricos.

En otro artículo publicado hoy (1), digo textualmente:

«En otras palabras, se nos hizo pensar que el resto de los seres vivos son inferiores a nosotros y que tenemos sobre ellos todos los derechos que podría tener hasta el soberano más desconsiderado con sus gobernados. Por este motivo, podemos usarlos para que trabajen en nuestro beneficio y hasta podemos matarlos para comerlos y alimentarnos.»

En otras palabras, ahí digo que explotamos al resto de los animales porque ideológicamente se nos inculcó que ellos son inferiores a nosotros. Se nos hizo creer, (y nosotros lo aceptamos acríticamente), que tenemos derecho a hacerlos trabajar en nuestro beneficio y que, si su carne es rica y nos alimenta, podemos quitarles la vida, faenarlos, asarlos y comerlos.

Es decir, la moral con la que fuimos criados nos alienta a explotar al resto de los seres vivos. Por supuesto: si alguno de ellos nos molestara demasiado, también podríamos aplicarles técnicas genocidas para exterminarlos como especie, para que desaparezcan (insectos, microbios o cualquier otro ser vivo que no sea domesticable y explotable).

En el mismo artículo (1) también digo que nuestra moral sexual nos ha inculcado que solo debemos tener relaciones sexuales reproductivas y que la actividad sexual utilizada con fines recreativos es perversa, amoral, condenable. Es decir, se nos ha hecho pensar que recibiríamos algún castigo si utilizamos nuestra sexualidad solo para divertirnos y evitando procrear. Esto equivale a decir que nuestra sexualidad debe ser igual a la del resto de los animales no humanos.

Conclusión: como los seres humanos pueden explotar salvajemente al resto de los animales y puesto que, por otro lado se nos inculcó a practicar una sexualidad exclusivamente animal, apartándola por insana de cualquier otra práctica única en nuestra especie (sexualidad recreativa), quedamos ante la paradojal situación de ser sexualmente animales, es decir, súbditos de quienes sí practican la sexualidad humana: reyes, gobernantes, ricos.

(Este es el Artículo Nº 2.115)


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