domingo, 16 de marzo de 2014

La necesidad de creer en el libre albedrío


Nadie cree en el libre albedrío o en el determinismo porque quiere. Estamos determinados para creer en uno o en otro. Por ejemplo, si usted cree en el libre albedrío, observe cómo no puede creer en el determinismo. El cerebro le hará pensar que este es un error.

Esta es una de mis obsesiones: el libre albedrío. A los lectores de Internet puede servirles porque esta es una patología, (la obsesión), bastante útil pues aumenta la dedicación que alguien puede aplicarle a ciertos temas.

En otras palabras, como este asunto me angustia especialmente, trato de desangustiarme pensando, escribiendo, publicando artículos en un blog (1).

Las promesas incumplidas ¿son mentiras que se descubren por el no cumplimiento? No. Las promesas incumplidas ocurren porque tanto quien promete como quien confía en el cumplimiento de esa promesa, creen en el libre albedrío. A ninguno de los dos se le ocurre pensar que están tomando decisiones sobre asunto que no pueden controlar. Decirle a alguien «Siempre te amaré» es exactamente lo mismo que decirle «Le diré al presidente de los Estados Unidos que te mande mil dólares de regalo».

¿Por qué alguien puede creer en una promesa de amor y duda sobre la influencia que el prometedor tiene sobre otra persona? Porque el crédulo, que cree en la promesa de amor, supone que el prometedor puede cumplir lo que dependa de su voluntad, (dado que dispone del libre albedrío), pero es menos probable que pueda hacer cumplir a otro, (quien también dispone de libre albedrío), a quien difícilmente pueda controlar su voluntad.

Quienes creen en el libre albedrío no podrían dejar de creerlo porque sería grande el placer que perderían.

El principal componente de ese placer es la sensación de poder, de autodeterminación, de libertad. Quien pueda decir «Hago lo que se me antoja», se siente más poderoso que otro que solo pueda decir «No sé qué será de mí porque estoy determinado por factores que están fuera de mi control».

De hecho, nadie cree en el libre albedrío o en el determinismo porque quiere. Estamos determinados para creer en uno o en otro. Por ejemplo, si usted cree en el libre albedrío, observe cómo no puede creer en el determinismo. El cerebro le hará pensar que este es un error.


(Este es el Artículo Nº 2.152)


1 comentario:

Manuel dijo...

Se me ocurre que la cultura, la educación y el conocimiento de si mismo (necesidades, pulsiones, deseos...) nos pueden llegar a brindar más libertad. Desde el autoconocimiento de "CÓMO" somos sujetos "sujetados" y atravesados por la cultura, por el lenguaje, la economía, por nuestra única e intransferible historicidad, etc. es que podemos llegar a ser más responsables de nuestros propios actos. Se me ocurre también que, de alguna manera, este conocimiento está presente en la cura mediante terapia psicológica.