lunes, 7 de abril de 2014

Los delincuentes satisfacen nuestras expectativas


Si con una reinterpretación de quiénes y cómo somos los ciudadanos comunes lográramos entender que los delincuentes no necesariamente habrán de reincidir en sus delitos, estos comenzarían a modificar su conducta delictiva.

En otro artículo de reciente publicación (1), les comento que los delitos contra la propiedad (robo) tienen milenios de existencia porque, entre otras causas, somos incoherentes.

La incoherencia surge, según esta hipótesis, en que no admitimos que todos somos irrespetuosos de la propiedad ajena (es decir, somos ladrones por naturaleza), pero que aparentamos ser honrados por temor a los castigos que la ley impone para este tipo de actos. En otras palabras: somos ladrones y a la vez cobardes, temerosos de ser castigados.

No podemos admitir estos hechos porque nos parece incoherente que la mayoría seamos ladrones y cobardes. La hipótesis incluye pensar que, si pudiéramos asumir estas dos particularidades tan vergonzosas, seguramente nuestra relación con los ladrones pero valientes (es decir, los ladrones activos), sería diferente.

En el presente artículo les comento algo más.

También podríamos admitir que es muy poco probable que un ser humano defraude a los demás. Sin embargo, en nuestra cultura occidental, partimos del supuesto que los ladrones activos son capaces de defraudarnos porque, a su vez, creemos que los honrados nunca defraudamos.

De más está decir que todos podemos defraudar las expectativas de los demás, pero insisto en afirmar que esta es la excepción y no la regla. La necesidad que todos tenemos de ser aceptados por el colectivo al que pertenecemos (nación, familia, club deportivo) nos obliga inevitablemente a conservar los lazos que tenemos con todos ellos. Una de las acciones automáticas es no defraudar, no traicionar el sentimiento ajeno que nos mantiene formando parte de la sociedad.

Por este motivo, si los honrados (léase: ladrones cobardes) tenemos la expectativa de que los condenados por robo son los único ladrones, sin darse cuenta, inconscientemente, ellos tratarán de no defraudarnos. Aunque la mayoría interpreta que los delincuentes son ladrones reincidentes (contumaces) lo que probablemente ocurra es que ellos no puedan defraudar nuestras expectativas.

Si con una reinterpretación de quiénes y cómo somos, lográramos modificar esas expectativas que tenemos de los condenados por robo paulatinamente comenzarían a modificar su conducta delictiva.


(Este es el Artículo Nº 2.171)


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